La pedagogía crítica revolucionaria. El socialismo y los desafíos actuales

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Reseña

“Para quienes hacemos Herramienta, es una gran satisfacción presentar este libro que inaugura la Colección Pensamiento Crítico. En el mismo se reúnen entrevistas y artículos de Peter McLaren aparecidos a lo largo de la historia de la revista. El autor es un asiduo colaborador, que mantiene un contacto permanente con nuestros lectores.
Este pensador marxista, doctor en Educación por la Universidad de Toronto, es el principal impulsor de lo que se conoce como pedagogía crítica revolucionaria, una teoría que busca articular la teoría educativa con un proyecto político de transformación para enfrentar al capitalismo. Como el mismo autor señala, el marxismo no es una fe; por ello es necesario y hasta imprescindible no sólo denunciar las injusticias, sino también hacer un esfuerzo práctico para transformar el mundo.
La pedagogía crítica ayuda a comprender que el trabajo escolar trasciende los límites del aula. Para ello analiza y critica los fines de la educación burguesa, que son los de mantener el orden existente socializando a las nuevas generaciones de manera netamente conservadora, estableciendo una garantía de reproducción de las relaciones capitalistas de producción. Para esta perspectiva teórica, no existe un programa educativo elaborado de antemano, sino que el programa es confeccionado por el docente junto con sus alumnos y otros actores de la comunidad educativa, de modo que el conocimiento es construido a partir de la problematización de la vida cotidiana. Desde este punto de vista, la escuela es un agente de transformación social.
McLaren es un renovador de esta pedagogía; emparienta a ésta directamente con el momento revolucionario, reafirma la acción humana y busca formas de organización que promuevan la praxis revolucionaria.
En este sentido, es importante resaltar algunos de los aportes teóricos de este autor a la pedagogía crítica: la importancia de la lucha de clases y su relación con el resto de los antagonismos (de raza, de género, etcétera); el análisis de la resistencia cotidiana por parte de docentes y estudiantes a la imposición cultural en las instituciones escolares; el estudio de los rituales como elementos de hegemonía y contrahegemonía; la crítica al multiculturalismo como cosificación de la raza, que impide entender la relación entre las relaciones de producción y el complejo proceso histórico de racialización; la construcción de una forma diferente de ver el mundo, en la que se pone en primer plano la construcción de una realidad menos injusta y más humana, en donde no dominen el lucro, la explotación feroz y la ganancia a cualquier precio.
McLaren coincide con Freire al criticar a los militantes marxistas que creen que no se puede hacer nada en educación en tanto no se realice la revolución proletaria. Por ello señala que es necesario tomar a la educación como un lugar de transformación política en donde los oprimidos adquieran un compromiso político en la construcción de un mundo sin opresión. Asimismo, subraya la necesidad de una pedagogía anticapitalista descolonizadora que incluya, entre otras cosas: la creación de escuelas a escala humana en las comunidades y la reducción del impacto ambiental en los establecimientos escolares; en lugar de la competencia en el mercado, la cooperación entre los docentes y las autoridades locales; un fuerte aumento del presupuesto educativo; una mayor autonomía en las decisiones sobre el contenido educativo; el desarrollo de políticas y prácticas antirracistas, antisexistas y antihomofóbicas; políticas igualitarias destinadas a conseguir efectos educativos equitativos, independientemente de la clase social, la raza, el género o la orientación sexual. Esta pedagogía no es una reflexión sobre conceptos teóricos: se trata fundamentalmente de actividades diseñadas para socavar el sistema capitalista. Esto quiere decir que el proyecto de una pedagogía descolonizadora implica una lucha histórica concreta y no por una utopía abstracta. Desde este enfoque resulta primordial ayudar a los estudiantes a analizar las condiciones de alienación en la que viven y su relación con las condiciones objetivas de la sociedad de clases. Esto va más allá del desarrollo de una metodología: es la necesidad de desarrollar el carácter histórico del ser social. Para esto es necesario crear una sociedad de individuos autónomos, que socave la sociedad jerárquica capitalista. La preocupación pedagógica debería pasar por mostrar a los hombres y mujeres que son ellos mismos los creadores de la realidad social.
Hay que señalar también su postura en cuanto al respeto que se debe tener a la autonomía de los movimientos sociales. El cambio social debería producirse desde abajo hacia arriba más que de arriba hacia abajo, desarrollando prácticas democráticas dentro de las organizaciones, para lo cual es necesario abandonar el viejo verticalismo a favor de prácticas no jerárquicas.
Otro aporte importante de este autor es la recuperación de un gran número de pensadores marxistas críticos y especialmente los representantes de la escuela de Frankfurt. De ellos recupera la idea de que la negación depende del objeto de su crítica; si bien la abolición de la propiedad privada es la negación del capitalismo, el reemplazo de ésta por una propiedad colectiva no libera al comunismo de la noción alienada de que la propiedad o el hecho de poseer son lo más importante del ser humano. Por ello señala que la negación de la propiedad privada debe ser negada ella misma para que realmente emerja una sociedad totalmente nueva.
Herramienta aspira a que la difusión de las ideas de Peter McLaren trascienda la mera crítica para transformarse en una herramienta de pensamiento y lucha por una educación diferente. Una educación libre, democrática, autónoma, horizontal, donde los actores cotidianos, los docentes, los estudiantes y el resto de la comunidad educativa sean los verdaderos sujetos de la misma, sin el peso de las estructuras burocráticas. Una praxis que diariamente se desarrolla en las fisuras del sistema, donde el docente dentro del aula debe apelar muchas veces a su libre iniciativa para sortear todas las carencias y dificultades de un sistema en crisis. Una praxis que a veces permanece invisible y que en otras ilumina toda la escena nacional e internacional, como lo muestran las luchas de los estudiantes chilenos por una educación gratuita, justa y democrática, o las de los docentes mexicanos por una educación autónoma enlazada con la comunidad educativa, que repudia la educación clasista de la escuela pública.”