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La política del modernismo

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Reseña

“SOBRE EL AUTOR:
Raymond Williams nació en Gales el 31 de agosto de 1921. Fue uno de los cuatro padres fundadores de los Estudios Culturales, junto a Richard Hoggart, Edward P. Thompson y Stuart Hall. Estudió en el Trinity College de Cambridge, y fue profesor de arte dramático en la Universidad de Cambridge entre 1974 y 1983. Su libro Cultura y sociedad, publicado por primera vez en 1958 y luego traducido a diversos idiomas, marcó la trayectoria intelectual de toda una generación de sociólogos, historiadores y estudiosos de la cultura. También publicó Televisión; El campo y la ciudad y Marxismo y literatura, entre otros. Williams formó parte de la mítica revista marxista inglesa The New Left Review, editada inicialmente por Stuart Hall y luego por Perry Anderson. En diciembre de 1987 fue invitado a dar una conferencia en Oxford sobre la política del modernismo. El 14 de enero de 1988, en carta a su editor, Tony Pinkney, manifestaba su deseo de asistir. En esa carta, además, comentaba sobre la futura publicación de dos nuevos ensayos. Doce días después, Raymond Williams falleció en Essex, Inglaterra. El texto de la conferencia nunca fue escrito. En La política del modernismo se rastrea, a través de diversos textos, que incluyen una conferencia inédita en conjunto con Edward Said, el sentido de aquella “política del modernismo” que Williams ya tenía en mente pero que nunca llegó a escribir.
SOBRE EL LIBRO:
En definitiva, el modernismo pudo durante más o menos otra década mantener una truculenta sobrevida en la teoría cultural y su producción estética asociada. Pero si, en un sentido más sustancial, fue sustituido, ¿qué lo reemplazaba? ¿Cuáles eran los contornos y políticas de ese nuevo momento “posmoderno” putativo? Dos preguntas se condensan aquí, una descriptiva y una prescriptiva: de qué modo el capitalismo tardío en general llevaba a su extremo su momento de modernismo elevado, pero también de qué modo debemos nosotros, críticos socialistas de ese orden, bosquejar una cultura activa que trascienda las ambivalencias del propio modernismo. Dos preguntas, pero un solo motivo político —el populismo— y una sola tecnología cultural —la televisión— se sitúan en el centro de las reflexiones de Williams. Gran parte de lo que ahora llamamos posmodernismo es, desde su punto de vista, una simple continuación del modernismo, las viejas formas de extrañamiento y los gestos esbozados en los viejos centros metropolitanos, pero ahora tolerados e incluso activamente cultivados por la misma burguesía a la que alguna vez habían escandalizado, las antiguas formaciones integradas ahora a un capitalismo que por su lado había mutado a su propio rumbo “paranacional”. “