Reseña

“Aparentemente, poco de Valparaíso tiene este relato. A no ser, lo asombroso como escenario. A no ser mediando un actual conocedor del Puerto que imagine fidedigno un cortejo de caballeros subiendo la primera estribación de la Playa Ancha en pos de un sitio para saldar una deuda de honor, un día brumoso en el que la celajería de la bahía apenas permite que un ojo divise nítida la silueta de un velero.

Poco de Valparaíso tiene este relato, salvo para aquellos que puedan entrever una feroz lluvia en el Molino de Polanco, unos duelistas vestidos de negro, un huerto de manzanos donde ahora hay cientos de casas pero que en aquella madrugada de 1830 fue un solitario campo de muerte.”