Cicatrices de papel

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Reseña

“María Soledad Murúa Muñoz nace en Santiago, 1963. Es autodidacta, creadora de textos y pintura.
Desde pequeña fue cautivada por la música, la escritura, la pintura, el teatro; el arte en general. Es en plena adolescencia que comienza a pintar y a escribir de manera constante, pinta con frecuencia los muros de su pieza y a estos les agrega texto. Estando en tercero medio, su profesora de arte envía uno de sus dibujos –pintura – texto a un concurso de la Secretaría Nacional de la Juventud, donde obtiene el primer lugar, en su categoría.
En el año 1982 viaja a Suiza donde estudia francés en el Instituto Richelieu, Escuela de Francés en Lausanne y posteriormente, estudia Francés en la Universidad de Lausanne, en la Facultad Escuela de Francés Moderno, allí estudia gramática, fonética, expresión oral, lecturas literarias, composición, entre otras.
“El ciruelo crece a pesar de la nieve” Escribió el poeta ruso Serguei Esenin, y cito este verso porque indudablemente pese a los intentos de la bruma, del tiempo transcurrido, el olvido, la impunidad etc, la memoria y sobre todo la memoria histórica y colectiva, siempre aparece, aunque sea para no reiterar los errores del pasado, se aparece en gestos nimios, detalles como en este libro “Cicatrices de papel” de la poeta chilena Soledad Murúa, que desde la fisura y la cicatriz aún abierta, revive y apela a los fantasmas e incluso a los esqueletos que subsisten pese al genocidio de la dictadura militar chilena:

“Abracé su cuerpo – esqueleto
forrado de carne
que aún olía a humo

No escuché
el palpitar de la vida
ni el silencio gris de la muerte
si no
el estruendoso ruido asesino
de los Hawker Hunter

La poética de Murúa se enmarca en la tradición de poesía política-social, donde destacan nombres como José Ángel Cuevas, Raúl Zurita, Horacio Eloy y otros destacados poetas. Su voz es desde la simpleza y lo coloquial, no cae en pirotecnias del lenguaje, y más bien encarna, pese a las no intenciones épicas, la voz de los que ya no hablan, sin afanes mesíanicos, si no con la sola intención del rescate de esas cicatrices que convierte en papel.

Giovanni Astengo”