” “Finalidad sin fin”, ésta de la nueva tarea filosófica que parece recoger Ricardo Espinoza del deambular nitzscheano en los personajes de Flashback y que, en cuanto viajeros o Wanderer, aluden, en primer lugar, a un viaje formativo hacia lo “extraño”. En realidad, si se ha comenzado con la imagen del filósfo enamorado es porque desde ella podemos entender tal vez algo mejor la dimensión temporal, ontológica y epistemológica que entra aquí en juego: los nuevos lugares del pensamiento o la escritura siempre están afuera y al Wanderer le corresponde recorrer esta nueva topología. Pensar no requiere simplemente “buena voluntad”, ni se encuentra ya satisfecho en el seno del sentido común como cogitatio natura universalis; depende de ciertas coordenadas no transitadas, de ciertas fuerzas amorosas, de cierta voluntad de aprendizaje. Es más: ¿y si el “método” en general, esa ilusoria mujer en sí, fuera un medio para evitarnos ir a esos lugares donde el pensamiento deja de ser “inactivo”?”