Reseña

“¿Qué se puede comentar sobre un determinado libro? ¿Qué se puede escribir sobre un determinado deporte? ¿Qué se puede interpretar sobre un libro que nos hable de fútbol?
Antes de todas las acciones anteriores ¿De qué parlotamos cuando nos juntamos a ver o jugar fútbol? ¿De la liga española y las cuantiosas quebraduras de records que cada domingo Messi y Cristiano Ronaldo le brindan a los millones de televidentes a través de la señal de TV cable? ¿De la final de la Champions, en donde al fin, un jugador chileno logró alzar la copa pese a estar en el banco de suplentes durante todo el match? ¿Cuántos fueron lo que desearon que la semana previa a la final a Ter Stegen se le rompieran los dedos con tal de ver a Bravo de titular y así ver un duelo entre el capitán de la selección y Arturo Vidal? ¿Cuántos hinchas latinoamericanos, africanos y asiáticos observan los partidos de la Premier League? ¿Cuántos hinchas nacionales comentan a través de las redes sociales el desempeño de Alexis Sánchez? ¿Cuántos se saben de memoria la formación titular de FC Arsenal? ¿Y cuántos opinan que Giroud no sabe finalizar en gol las grandes jugadas de nuestro niño maravilla o que Oxlade-Chamberlain es un paquete? ¿Cuántos fanáticos repudian que el joven volante Bryan Rabello haya fracasado en Europa y no le quede otra opción que ir a jugar a México? ¿Cuántos videos fueron subidos a youtube para defender el dedo de Jara? En twitter o facebook se publicaban frases como: “Si los uruguayos siempre lo han hecho y cuanto les toca a ellos reclaman”, “los uruguayos son malos perdedores”, “el dedo de Jara es parte del folklore del fútbol”.
¿Qué ha pasado con el campeonato argentino, con el uruguayo o el colombiano? ¿Qué pasó con los grandes como Boca, River, Independiente, Peñarol, Nacional, América de Cali o Atlético Nacional? ¿Por qué a los equipos latinoamericanos nos cuesta ganar el mundial de clubes? ¿Por qué al argentino Mauro Zárate lo quieren llamar a la selección chilena, si para vestir la camiseta de la roja se necesita amar al país? ¿Por qué hay tanto jugador con ascendencia chilena en la liga de Suecia? ¿Qué otro jugador nacional aceptó ir a la liga de Emiratos Árabes Unidos en vez de quedarse en Europa? ¿Qué va a ganar más de 4 millones de dólares al año? Es imposible competir contra los petrodólares. ¿Por qué es muy complicado hacer el mundial de Qatar en los meses de junio y julio? ¿Corrupción en la FIFA? ¿Corrupción en la ANFP? ¿Qué los argentinos dijeron que la Copa América estaba arreglada? Pero si ellos han comprado dos mundiales, uno gracias a Videla y el otro a la mano de Maradona. ¿Cuántas camisetas de Cristiano Ronaldo se han vendido este mes? ¿Cuántos videos se han viralizado en las redes sociales mostrando las habilidades de Neymar o Suarez?
Cuando vemos fútbol ¿Qué ocurre en nuestro cuerpo? ¿Somos realmente ese/a hincha fanatizado/a que se pinta la cara incluso en el living de su casa y se desconecta de todo su entorno para introducirse en el campo de juego, desde su televisor plasma, como un guerrero más? ¿Somos aquel/la fanático/a que grita con locura el himno nacional que tanto nos representa e intimida al rival? En cada torneo de fútbol, lo relevante o lo cotidiano, queda suspendido, es ley congelarlo todo. Se paralizan las calles, los trabajos, los/as jefes/as y los/as subalternos/as son amigos/as, al vecino o vecina que nunca saludamos lo/a abrazamos al momento de celebrar, tenemos el derecho de beber alcohol en la calle, de tomarnos la calle, obstruir la Alameda entera por un triunfo de la selección, incluso los jugadores piden a la presidenta que dé feriado después de la obtención de la Copa América, porque la masa despertará con una caña terrible después del jolgorio. ¡Los jugadores lo hacen porque también son del pueblo! El fútbol genera espacios-tiempos liminales en la ciudad, en nuestras vidas, todo se puede subvertir después de un partido ganado.
Alta competencia, alto rendimiento, grabar la jugada, aprenderla, mecanizarla. Los músculos de Alexis, los tatuajes de Pinilla, el peinado de Vidal, el amauterismo de Sampaoli. Rivalidad, compromiso con la camiseta, patriotismo, defender los colores. El equipo contrario, mi enemigo. La nueva canción de Alexis Sánchez, la repetición de los partidos en HD, todos los goles de Europa por DirecTV, las camisetas de Juventus, Barcelona, Arsenal, Manchester City por sobre los 30.000 pesos. El fútbol, máquina de hacer dólares, cubre todos los rincones del mundo, hay ligas o torneos en Singapur, Malasia, Nigeria, Etiopía, Trinidad y Tobago, en República del Congo, en Chipre. Es tanto su nivel de internacionalización que no podemos de mencionar la anecdótica celebración de los hinchas chilenos del Manchester City en plena Plaza Italia cuando obtuvo la liga 2011-2012, ¿los fanáticos ingleses celebraron la obtención de la Copa Sudamericana por la Universidad de Chile? ¿Y cuando jugamos fútbol con los amigos en las canchas de pasto sintético nos comportamos igual? ¿Pues no es el fútbol un juego de hombría, masculinidad, donde la mala intención sólo queda en la cancha? Dar la vida, es decir morir, también se hace en la cancha, pero ¿Y fuera de ella? ¿Y la galería? ¿El sector popular? ¿Los sectores en donde se ubican las barras bravas, los que saltan sin poleras en el tablón? ¿Cuántos han muerto por defender un lienzo o una cuncuna? ¿Cuántas balas se han tirado y se han devuelto? ¿Cuántas veces se ha gritado “que por mi equipo mato, por mi equipo mato, que por equipo muero”? ¿Es esto el fútbol? Y si esto es fútbol ¿Quién, quienes o qué cosa hace que este deporte tenga esta forma de funcionamiento? ¿El mercado?, ¿los dirigentes?, ¿la FIFA?, ¿los jugadores?, ¿los fanáticos?, ¿o todos juntos?
¿Qué se podría indagar, problematizar, analizar, comentar en un libro sobre fútbol? ¡Otro libro de fútbol! ¿Otro libro más sobre la mafia FIFA? ¿otro libro más sobre los excesos del “rey Arturo”? Pues aquí, en estas hojas, Alex Ovalle Letelier y Jorge Vidal Bueno, como coordinadores, se proponen escudriñar algunos aspectos del balompié que comúnmente no son visibles, o más bien, no se quieren hacer evidentes, pues es tanta la miopía en el fanatismo que hechos tan importantes como la formación del primer sindicato de futbolistas en Chile se desvanece. Y es tan evaporable nuestra memoria, que se nos olvida que históricamente el fútbol ha sido ocupado como instrumento de las clases altas, institucionales, empresariales y burócratas para modelar sus ideales en los cuerpos-masas. ¿Cómo olvidar la utilización Colo Colo por parte de Carlos Ibañez del Campo tras la muerte de David Arellano? ¿O lo que hicieron los militares en la dictadura con la Universidad de Chile? Escudriñar es lo que hacen Alex y Jorge, rescatando las historias que se fueron por una tangente o problematizando con los contextos actuales que ebullen en el planeta fútbol. La dupla, Ovalle-Vidal, dupla de volante de quite o quizás de fowards, propone un rigor investigativo a un deporte que ha sido catalogado por las academias e intelectuales como superfluo o banal. No olvidemos los dichos de Borges con respecto al balompié. La mirada, la óptica que nos proponen es desde abajo, rescatando los aspecto populares y desarrollo histórico de lo que rodea al fútbol tanto en Chile como Argentina y criticando sus aspectos mercantiles, visibilizando las pugnas de poder por parte de las autoridades y narrándonos los procesos de colectivos que se viven en el deportes.
Ante un mercado que lo banaliza todo, escudriñar es un ejercicio de ir moliendo lentamente la fascinante cáscara que envuelve a las mercancías, en este caso la mercancía-fútbol, para develar los mecanismos de su fabricación, para identificar las relaciones jerárquicas que se desenvuelven en su producción. En ese escudriñar, apaña Editorial Quimantú. Escudriñar también es resistir y en ese ejercicio de resistencia, de ir por otras tangentes, ser máquinas de guerra que atacan el oficialismo proponiendo nuevas construcciones sociales, generando espacios lisos en donde se desestima el camino conocido, Editorial Quimantú lanza “Pelota de Trapo: Fútbol y Deporte en la Historia Popular”, libro que nos invita a reflexionar sobre otro fútbol. Y si hablamos de resistencia, si como organizaciones sociales nos proponemos la colectivización, si queremos poner en marcha lo común, si repensamos nuestras experiencias y buscamos otras vías para cambiar el capitalismo, si trabajamos desde abajo, habría que volver a jugar una pichanga, de esas que se jugaban desde las 5 de la tarde hasta que oscurezca, en un esquina, callejón, plaza o parque, con piedras como arcos, sin uniformes, sin zapatos profesionales, dando un buen pase al compañero o compañera, sin una táctica clara, todos al ataque, todos defendiendo, alargando el goce del juego hasta que el último gol determine el fin; y después, saciar la sed, secar la transpiración con una manguera y sentarse en una cuneta con los/as amigos/as comentando el partido, hablando de la vida, creando lo común, desde el lenguaje, desde el cuerpo, desde los afectos. Y prometer juntarse nuevamente a jugar y así día tras día. A la misma hora, en el mismo lugar, los/as mismos/as amigos/as. Colectivizarse como lo hacen los/as niños/as cuando juegan fútbol, nuestra infancia. Lo otro, el mercado, los fichajes, las copas, la competencia es parte de lo humano…”